28 noviembre 2013

Evolución en el tiempo en la arquitectura de la Llotja del Cànem. Castelló


Restauración de la Llotja del Cànem.
Un Proyecto de Miguel del Rey, Ignacio Fuster y Antonio Gallud, para la Universitat Jaume I de Castellò. 
Primer Premio del Concurso de Proyectos. Foto de Maria Fabra

Podemos distinguir tres etapas en el proceso de construcción de la arquitectura que ha llegado hasta nosotros.

1.-       Siglo XVII (1.606-1.617).- El momento primigenio es quizás el más atractivo más atractivo e incluso una de las arquitecturas más brillantes del clasicismo en la ciudad de Castelló. Las dobles arcadas que se levantan a ambos lados de la calle y la propia esquina, ejemplo elegante de la arquitectura triunfante de los Austrias en su máximo esplendor en estas dos fachadas urbanas.En cambio, encontramos quizás momentos dubitativos, tanto en por poca calidad de las fábricas de los muros medianeros, como en la estructura portante del espacio central, cubierto quizás con un sistema hoy inexistente de bóvedas poco ajustado a la arquitectura, construido posiblemente a partir de un sistema de vigas en cruz y un pilar central del que no se ha encontrado vestigio alguno y sobre el que quizás se apoyaría aquellas bóvedas, de las cuales solo quedan los restos de revocos en uno de los muros medianeros. El proyecto apoya la valoración de la estructura porticada de fachada y su interés constructivo y formal, potenciando desde estos elementos una arquitectura pública, abierta y diáfana, en la cual estilo y materia son acordes a un fin: levantar un espacio urbano acorde a la dignidad de lo público en el S XVII. Proporción, medida, austeridad, solidez, clasicismo, son en suma las claves de un edificio capaz de seguir construyendo la ciudad y cobijando nuevas andaduras desde lo público.

2.-       Finales del S XVIII-Inicio del S XIX.- Representa esta fase el primer gran momento de reformas y cambios estructurales del edificio, que implica la adquisición del espacio construido actual.
El diseño de fachada se estructura a partir de cuatro grandes ventanales, uno sobre cada uno de los arcos, a los que se suman otros tres correspondientes a los vanos del segundo piso de los cuerpos laterales (dos más uno). Por encima se desarrollan óculos elípticos. Por fotografías antiguas sabemos que la traza original de estos ventanales era de jambas lisas y arco rebajado abocinado, de manera que carecía de los actuales frontones semicirculares construidos a comienzos del siglo XX. Asimismo, el remate de la cubierta tampoco coincide con el actual, solucionado con un sencillo voladizo o alero en el que se proyectaba el tejado de tejas árabes. Posiblemente también de este momento debe adscribirse la traza original de la escalera, la cual sin duda fue reformada en su actual acabado en el siglo XX.
Hay que destacar la decoración pictórica de la fachada, obra del morellano Joaquín Oliet Cruella, autor de un elevado de número de pinturas murales en iglesias valencianas.

3.- Principios del siglo XX, (hacia 1910).- De esta época es la configuración del edificio tal como nos ha llegado hasta nosotros. La intervención se inscribe en un eclecticismo arquitectónico tardío de corte academicista, que influye tanto en el acabado de la fachada, como en el de los interiores. En fachada, los ventanales se dotan de tímpanos semicirculares, que recuerdan a los del Teatro Principal de Castellón, proyectado por Godofredo Ros de Ursinos, apoyados sobre ménsulas también presentes en ese emblemático edificio. Esta reorganización de los vanos implica una remodelación de la decoración pictórica, influida por el neoclasicismo de la época obra del castellonense Vicente Castells Domenech. Posiblemente a este segundo momento, datado, deban relacionarse las escasas muestras conservadas inscritas en un estilo academicista clasicista al que Castells recurrió en edificios como el Instituto Francisco Ribalta de Castellón. ajustando las bandas verticales a las nuevas dimensiones de los ventanales 
La rejería de la balconada se reinterpreta según el gusto modernista, aunque de forma tímida con unos discretos motivos vegetales, sin alejarse del eclecticismo tan imperante en Castellón que se plasma, del mismo modo, en la cornisa con ovas y el remate de balaustrada con pináculos.
En el interior hallamos de nuevo muestras de corte modernista típico de las viviendas burguesas del momento, pero de bajo alcance suntuario, en la barandilla de la escalera con elementos vegetales y en los pavimentos de baldosines de gres del tipo Nolla, combinados a su vez con baldosa hidráulica .

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